jueves, 11 de mayo de 2017

Delito por bailar el chachachá, de Guillermo Cabrera Infante




Delito por bailar el chachachá
de Guillermo Cabrera Infante

Jesús Guerra

Guillermo Cabrera Infante fue un escritor cubano importantísimo para la literatura no sólo cubana sino hispanoamericana —nacido en Cuba en 1929 y fallecido en Inglaterra en 2005—. Aquí mismo he comentado su novela La ninfa inconstante, publicada póstumamente, en el año 2008, así como su primer libro de cuentos Así en la paz como en la guerra, publicado por primera vez en Cuba en 1960; y en otro blog, recomendé hace pocas semanas su libro de memorias Mapa dibujado por un espía, publicado póstumamente en el año 2013.

Hoy les recomiendo otro libro suyo, bastante breve, publicado en 1996 en Alfaguara, llamado Delito por bailar el chachachá (luego este libro ha sido publicado también en Alfaguara Bolsillo, y por Punto de Lectura, también como libro de bolsillo).

El volumen está compuesto por tres relatos. El primero de ellos, llamado «En el gran ecbó», ya lo conocíamos sus lectores, pues apareció en su primer libro de cuentos. De él, comenté lo siguiente cuando hablé de Así en la paz como en la guerra: «Es un texto complejo y muy bien escrito. Una pareja está comiendo en un restaurante de La Habana y llueve. Ellos esperan que deje de llover para poder ir a una ceremonia religiosa popular en un pueblo cercano. Mientras esperan y luego durante el trayecto, la pareja conversa y nos muestra sus problemas. La culminación se da en la ceremonia santera a la que asisten, cuando una desconocida se acerca a la mujer y, como una vidente, le da un consejo que evidentemente tiene repercusiones en su relación con el hombre. De alguna manera el autor se las arregló para que el cuento parezca una escena, aunque caribeña, de una película de la Nueva Ola francesa, que estaba de moda en esa época. «Ecbó», por supuesto, es una palabra de la religión afrocaribeña practicada en Cuba».

El segundo relato se llama «Una mujer que se ahoga». Este texto es una variación al relato anterior. También una pareja está en un restaurante y ordenan algo de comer. Afuera llueve. La lluvia es importante porque en el trópico cuando llueve, llueve de verdad, como un diluvio. Y el sonido de la lluvia es importante en estos dos relatos. La pareja conversa. Los lectores nos damos cuenta que la pareja está en problemas, quizá en la parte final de su relación. El hombre le platica un hecho a la mujer, la desaparición de una americana al salir de un hotel bajo la lluvia. La mujer se hundió en una alcantarilla y nunca encontraron su cuerpo. Este relato contado por el protagonista de alguna manera refleja la situación de la mujer.
 
Edición en inglés
Aunque estos dos cuentos son diferentes, son variaciones de un mismo tema. Hay incluso algunos diálogos, y algunos pasajes narrados que son idénticos. El tercer cuento, aunque es también una variación de los dos primeros, es muy diferente: es el más largo de los tres, y su nombre es el que le da título al libro: «Delito por bailar el chachachá». Aquí, en un restaurante de diferente nombre pero que podría ser el mismo de los cuentos anteriores, una pareja conversa también. Ella es actriz y en un momento dado ella se va, pero entendemos que lo hace porque va a trabajar al teatro cercano. El hombre la esperará ahí, mientras toma café y fuma, e intenta leer su ejemplar en inglés de La tumba sin sosiego de Cyril Connolly. Pero se sienta a su mesa un funcionario cultural del régimen y la conversación, que en parte es una amenaza del funcionario al hombre —que es un periodista cultural y editor— gira en torno a la cultura vista desde el régimen revolucionario recién instaurado. Esta conversación, que un momento trata sobre la percepción de la política cultural oficial sobre algunos ritmos de moda (como el mambo y el chachachá) como influencias del imperialismo norteamericano, nos permite entender el título del cuento y la utilización de esa línea de la letra de una pieza de chachachá.


Edición francesa
El autor aclara en el prólogo lo siguiente: «Los tres cuentos de este libro están hechos de recuerdos. Dos ocurren en el apogeo del bolero, el tercero después de la caída en el abismo histórico. El tiempo es por supuesto diverso, pero el espacio, la geografía (o si se quiere, la topografía: todos los caminos conducen al amor) es la misma». Y líneas después termina así: «La ciudad es siempre la misma. ¿Tengo que decir que se llama La Habana?»

Al inicio de este prólogo explica también este juego de repeticiones literarias que es su libro: «No hay arte sin etiqueta y la etiqueta ahora es minimalista. Pero no se trata del minimalismo literario sino del minimalismo musical: esa música repetitiva a la que da sentido (pero no dirección) su infinita repetición que es una fascinación». Líneas más abajo, dice: «La literatura repetitiva trata de resolver la contradicción entre progresión y regresión al repetir la narración más de una vez. Se trata de un juego de narraciones que quiere superar la contradicción entre realidad y ficción».
 
Edición francesa
de bolsillo
En la parte final, el libro tiene un epílogo del autor en el que nos explica otras cosas. En la parte central dice: «...quería que ustedes lo leyeran [este libro] como una modulación. Es decir, como “digresiones del tono principal” según una teoría musical. [...] El paso (y el peso) del ritual de la santería en la primera historia, que arrastra consigo a la narración y a los protagonistas, suena o debe sonar en la segunda historia como un bolero, una canción con un ritmo apenas perceptible por la carga literaria de su letra. A la tercera historia la culmina “ese ritmo sin igual”. Es decir, el chachachá».

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Delito por bailar el chachachá. Guillermo Cabrera Infante. Alfaguara (y Punto de Lectura). En la edición de bolsillo, el libro tiene 108 págs.

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